Me he hecho daño a mí y a los demás, y eso es imperdonable y más si mi felicidad toma cimientos en la del resto.
Como herido pero sin magulladuras, o al menos... Externas.
Ahora, más que nunca necesito que tus brazos rodeen mi cuerpo, que tus manos encuentren las mías entre las sábanas y que tus labios rocen los míos como si el tiempo se detuviese en el instante en el que puedo oler tu aliento, respirar tu alma.
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