sábado, 11 de febrero de 2012

Te quiero, te quiero, te quiero recuérdalo.



La semana más rara de mi vida nada me sale bien, ya esta oficialmente
comprobado, es en serio, no se que me pasa. Estoy harto de malentendidos.

Fui a buscarte ya tu no estabas ahí. Nada más me dieron la noticia de que habías salido, corrí, cogí mi plumas (y gracias a esto no me acabé muriendo de frio) y salí corriendo, ya no me apetecía cenar, y comer tampoco había comido mucho... Pero bueno no estamos para hablar de eso... Bajé las escaleras a toda velocidad, en ese momento solo quería verte y darte un abrazo. Pero no uno cualquiera, uno de VERDAD. Miré a todos lados no te encontraba, derepetente me respondes a los whats app que te envié, ya estabas en casa. No dijiste como te sentías. Mis ojos
empezaron a enrojecerse, y a humedecerse, lección aprendida: saber
cuando decir que no a los otros, a los que no importan cuando estoy a
tu lado, con los que no me voy a cenar a nuestro monitículo desde el
que se ve todo Madrid. Me di cuenta de que la había cagado. Solo me
apetecía tenerte a mi lado y, al parecer, eso no era posible.

A partir de eso no recuerdo mucho más, salvo frío, mucho frío, y
dolor, mucho dolor, música a todo volumen dentro de mis orejas
provoncando hasta dolor, a modo de intento fallido de poder dejar de
pensar en el dolor interno, el de mi corazón. Lágrimas en los ojos
caían encima de mi blackberry, las secaba como malamente podía. Y aquí sigo escribiendo las memorias de la peor semana de mi vida... A saber como acaba...

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